jueves, 18 de junio de 2015

Zannini: un mensaje hacia adentro (publicado el 18/6/15 en Diario Registrado)

La elección del compañero de la fórmula presidencial siempre ha tenido en la Argentina un contenido simbólico relevante. Dicho en otras palabras, puesto que la función “vicepresidente”, más allá de presidir el senado, es, políticamente, algo difusa, los candidatos suelen utilizar tal designación para dar un mensaje. Generalmente se busca equilibrar: si el candidato a presidente representa el ala izquierda del partido se busca un vice conservador y viceversa; o si el binomio lo compone alguien de la provincia de Buenos Aires, el compañero debería ser del interior. Este intento de equilibrio es más claro aún cuando la fórmula es producto de una alianza o cuando hace falta garantizarse los votos de un determinado distrito que el candidato a presidente no representa. Estas son solo algunas razones que dan un marco desde el cual podríamos preguntarnos por qué Zannini será el candidato a vicepresidente de la única fórmula del FPV.

Y lo cierto es que, desde mi perspectiva, tal designación fue pensada como un mensaje “hacia adentro” del kirchnerismo. Porque, claro está, Zannini no trae votos, no interpela a antikirchneristas indecisos ni tampoco seduce a moderados. Sin embargo disipa una enorme cantidad de dudas pues, por lo pronto, muestra que CFK ha decidido comprometerse de lleno con el próximo gobierno. En este sentido, algunos dirán que Zannini está allí para cercar y otros dirán que está para acompañar pero lo cierto es que la presidenta no se ha desentendido de la suerte de Scioli. Se sigue de esto, claro está, que la idea de una CFK que “jugaría” a perder refugiándose en los “puros” no era más que una zoncera. Pero, lo más importante, con Zannini acompañando a Scioli, el kirchnerismo logra plasmar una fórmula que sintetiza un tiempo histórico porque el actual Gobernador de la provincia tenía el apoyo del PJ y los gobernadores pero generaba desconfianza en una porción importante de la dirigencia y el electorado kirchnerista progresista que, por oposición, se identificaba con Randazzo. Lo único que podría seducir a esos sectores era un gesto claro de CFK, una señal de garantía de continuidad encarnada en un nombre de peso identificado con el proyecto, y Zannini cumple claramente con esos requisitos. De hecho, apenas algunas horas después del anuncio, aquellos sectores más refractarios a la figura de Scioli fueron encolumnándose de modo tal que la decisión acabó teniendo un apoyo unánime. Los periodistas opositores no tardaron ni 24 horas en denominar “monje negro” a Zannini o preguntarse si ingresamos en la era del “maoísmo sciolista” (SIC) pero sus diatribas buscan agitar aquella fracción de la sociedad que hasta ahora no ha logrado erigir una oferta electoral capaz de constituirse en mayoría. Se trata, justamente y vaya paradoja, de aquella porción de la sociedad a la que no está dirigido el mensaje “Zannini vicepresidente”.              

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