viernes, 28 de marzo de 2014

Futuro, Relato y Venganza (publicado el 27/3/14 en Veintitrés)

Es difícil agregar algún elemento de reflexión profunda a un nuevo aniversario del golpe de Estado que derivó en la dictadura más sangrienta que sufriera nuestro país. Así es que tengo la tentación de caer en lugares comunes y cómodos casi como un ejercicio de indignación. Podría, por ejemplo, criticar el contenido de los carteles que una facción de la UCR se encargó de distribuir y en el que acusaban a Cristina Fernández de haberse olvidado de los DDHH últimamente, mezclando el accidente de once, con los qom y Milani para hacer gala de una patética adopción de la agenda mediática de los grupos que presionaron a los dos últimos gobiernos radicales para que no pudieran terminar su mandato; o analizar la vergonzosa nota que el historiador demócrata y republicano Luis Alberto Romero publicó en La Nación el mismo 24 de marzo denunciando supuestos maltratos a genocidas presos que son presentados como humildes y enclenques viejecillos que solo exigen respeto por sus derechos humanos. Otro lugar cómodo sería hacer la semiosis de la tapa de los diarios para señalar que los principales matutinos de la Argentina eligieron dar mayor importancia a la tragedia de un avión en Malasia que a lo ocurrido en la movilización a Plaza de Mayo y a la Ex ESMA. Desde esta perspectiva, pareciera que ser desaparecido por un accidente aéreo en el océano índico tiene más interés (y glamour) que ser desaparecido por la decisión de un plan genocida perpetrado desde el Estado cuya práctica habitual era arrojar los cuerpos desde aviones y helicópteros al Río de la Plata.
Pero como usted no espera la nota de un indignado bien podría señalarse que cada vez que se recuerda la noche más oscura de nuestra historia vamos resignificando lo ocurrido. Para algunos tal tarea de resignificación es un intento avieso de tergiversación que la facción gobernante ha impulsado como parte de un plan maquiavélico de autolegitimación. Sin embargo, me parece más razonable pensar que dado que ni la memoria individual ni la colectiva son estáticas, estamos asistiendo simplemente a la observación del movimiento dinámico de la memoria, aquel que tras un “primer momento” en que hizo énfasis en la responsabilidad de los militares, ha ido avanzando hasta tener una mirada más general que incluye la complicidad civil y el vínculo directo con un plan económico. Así es que el mensaje de convocatoria “democracia o corporaciones” demuestra que buena parte de la sociedad argentina prefiere comprender el episodio del golpe de Estado desde su raíz profunda, una raíz que tiene continuidades y retoños.
Este punto resulta tan interesante como el de la disputa cultural que se manifiesta en el plano discursivo. Pensemos, si no, lo que ha costado, y lo que cuesta, establecer como principios fundacionales de nuestro pacto de convivencia las ideas de Memoria, Verdad y Justicia. Usted dirá que, de tanto repetirse, esta frase pierde la potencia original que, además, se daba en el marco de gobiernos constitucionales que habían establecido leyes de impunidad. Sin embargo, ahora sí, hay que dejar la indignación a flor de piel y las semiosis de tapas para indagar más profundo en lo que aquí está en juego.
Pues está claro que nadie públicamente puede oponerse a que exista “Memoria”, a que se sepa la “Verdad” o a que se haga “Justicia”. Ni siquiera los acérrimos defensores de los genocidas se oponen a estos principios pues está claro que ninguna sociedad puede constituirse desde el olvido, la mentira y la injusticia. Sin embargo, se acude a una operatoria mucho más sutil y dañina. Porque las usinas del pensamiento reaccionario con complicidad de idiotas útiles vienen intentando instalar un conjunto de ideas que acaben minando la legitimidad de estos valiosos principios. En este sentido, como se indicaba anteriormente, a la “Memoria” no se le opuso el “Olvido” sino el “Futuro”. Interesante operación de sustitución a la cual nadie puede oponerse. ¿Acaso se puede estar en contra del futuro? El punto es que esta apelación al futuro como sustitución de una memoria que es presentada como atadura al pasado, tiene la misma consecuencia que el olvido. Así, quienes hacen una apelación zonza al futuro, esto es, quienes simplemente refieren al futuro como aquello sin ningún contenido ni finalidad y que solo sirve para dejar atrás lo que ocurrió, están proponiendo un olvido de facto.
Algo similar sucede con la “Verdad”. Allí, los sectores defensores de genocidas luchan por instalar la idea de una “verdad (o memoria) completa”. Como usted bien sabe, estos sectores indican que se está contando “la mitad” de la historia, una “media verdad” que es igual a una “media mentira”. Así, habituados a las apropiaciones, hacen suya la idea de que la “historia la escriben los que ganan” para afirmar que los militares sufren las consecuencias de haber sido los “derrotados culturales” una vez que el “setentismo kirchnerista” llegó al poder. Pero como la idea de “media verdad” o “igualdad en las culpabilidades” se apoya en la bien criticada “teoría de los dos demonios”, hoy asistimos a una nueva operación de sustitución. Una vez más, nadie públicamente se puede oponer a la Verdad. Lo que dicen es que una política de Estado que se propuso el fin de las leyes de impunidad y ha llevado a centenares de genocidas a juicio cuyas sentencias se cumplen en prisiones comunes, es un “Relato”. Tal categoría es funcional para criticar a la administración kirchnerista por izquierda y por derecha ya que también permite afirmar que los Kirchner se han “apropiado” de la “bandera” de los DDHH que, aparentemente, había sido registrada por la izquierda trotskista en un sistema particular de patentes ideológicas.  
Para finalizar, tómese en cuenta lo que sucede con la “Justicia”. Aquí la operación del progresismo republicano que trabaja para las corporaciones no tiene empacho en reproducir que lo que se está cometiendo contra los militares es una “Venganza”. Tal presentación supone que los militares son perseguidos políticos por una facción (el neomontonerismo kirchnerista) que se ha apropiado del poder. Como se puede observar, dado que no se debe permitir que la venganza se realice desde el Estado, lo que subyace a esta acusación es enormemente peligroso porque justificaría todo intento de desestabilizar a un gobierno que tiene legitimidad de origen y de ejercicio por más de 10 años.
Por ello hay que tener cuidado, pues “Futuro, Relato y Venganza” no vienen nada más que a embarrar a perpetuidad un capítulo de la historia que la Argentina está saldando en los tribunales, sino que busca sustituir el “Memoria, Verdad y Justicia” para reinstaurar una base cultural capaz de volver a ser cómplice, por acción u omisión, de un autoritarismo al que le queremos seguir diciendo “Nunca más”.   


1 comentario:

Seba dijo...

Capo, parece que te olvidas que el terrorismo de estado comenzo con el gobierno de Peron en el '74.
Incluso los "guerrilleros" de Recolecta, que terminaron siendo terroristas, terminaron perdiendo politicamente contra el aparato peronista, pero parece que de eso no habla nadie....