jueves, 5 de febrero de 2009

Votar a Dios


Si bien Dios está incluido en la política desde tiempos inmemoriales, tras la caída de las Torres Gemelas, la religión resurgió como variable explicativa de los enfrentamientos económicos y sociales. Al discurso terrorista de los Osama Bin Laden que se refiere a “los otros” como infieles, se le confrontó con toda una verba maniquea que incluía misiones encomendadas por el Dios cristiano y ejes del bien y del mal. Esta radicalización de los discursos religiosos, es decir, aquellos discursos que son esencialmente irreductibles, están siendo llevados al extremo especialmente desde un Papado como el de Ratzinger que lejos de profundizar algunas líneas de apertura y aggiornamiento, recurre a la más recalcitrantemente rancia herencia inquisitorial de la curia. Sin duda el epicentro de estas controversias se encuentra bastante lejos de Latinoamérica y de Argentina. Sin embargo, los ecos de este resurgimiento religioso imbricado sobre la política tienen su propia lógica vernácula.
En este sentido, según el contexto propio de cada territorio, las últimas semanas tuvieron a la religión, tanto en Bolivia como en Venezuela y Argentina, cerca del arco opositor a los Gobiernos llamados “progresistas” o “neopopulistas” que llegaron en el último decenio.
En el marco del referéndum constitucional en Bolivia, tomó estado público un cartel que parecía sintetizar buena parte de la lógica del costado más reaccionario de la Media Luna: “Elija a Dios. Vote No”. Este insólito Dios candidato fue utilizado también como fundamento para adjudicar idolatría y ateísmo racista a la propuesta Constitucional del MAS.
En el caso de Venezuela y Argentina, en las últimas semanas, la tensión entre el poder político y la religión se relacionó con las manifestaciones en torno al conflicto de Gaza. Si bien los casos de Bolivia y Venezuela por un lado y el de Argentina por el otro, son distintos, a punto tal que los gobiernos de Morales y Chávez expulsaron a la diplomacia Israelí de su territorio mientras que el gobierno de CFK guarda una relación al menos no conflictiva con las instituciones judías, hubo dos hechos cuya reacción pareció emparentada. El ataque a una sinagoga en Venezuela y manifestaciones contra la embajada de Israel en Argentina a cargo de grupos de izquierda y de dirigentes cercanos al oficialismo, tuvo como consecuencia una desproporcionada reacción de los medios interrogando acerca de un supuesto rebrote antisemita. En esta línea, en ambos casos se culpó a los gobiernos de manera directa e indirecta por estos actos y por fomentar una ola persecutoria hacia el pueblo judío.
En el caso de la Argentina, la tirantez entre el oficialismo y la Iglesia ha estado circunscripta al plano discursivo puesto que en la práctica no se han dejado ver grandes cambios en la relación. CFK se encargó de aclarar que está en contra de la despenalización del aborto; el Estado sigue pagando los sueldos de los obispos y subsidiando las escuelas confesionales; un gobernador oficialista (Urtubey) apoya en su provincia (Salta) el dictado de religión (católica) en las escuelas públicas, etc. Por ello, los roces con el gobierno parecen estar más vinculados al atavismo ideológico y cuasi mitológico de la mayoría de los representantes de la curia vernácula que a un ataque sistemático a los valores cristianos. Lo mismo sucede con los gobiernos considerados progresistas de Brasil y Uruguay que dejaron bien en claro no sólo que no intentarán ganar terreno a la Iglesia, sino que, en algunos casos, serán los vehículos mismos de nuevas conquistas.
En Argentina no hay manera de hacer entender que una crítica a la política exterior del Estado de Israel no es una manifestación discriminatoria. De hecho, resulta insólito que para poder criticar los bombardeos en Gaza y no ser acusado de antisemita, haya que declarar un apellido judío o una mamá sobreprotectora. Es más, aun los judíos críticos de la política de Olmert como León Rozitchner, Jorge Halperín o Pedro Brieger son acusados de falsos judíos o traidores puesto que algunos consideran que portar un apellido vinculado a algún tipo de etnia conlleva una suerte de imperativo ideológico vinculado verticalmente y sin matices con las acciones políticas del Estado representante de ese grupo social.
Dicho esto, tampoco se puede dejar de soslayo las imperceptibles pero manifestaciones al fin de grupos de izquierda que en su afán antiimperialista adoptan la causa de cualquier minoría amenazada sin importar si ésta resulta antidemocrática, sectaria y fundamentalista. El falso dilema “Israel o Hamas” es una simplificación producto de cierta pereza intelectual. La misma que opera cuando se intenta inferir de algunos exabruptos de D´elia, un componente antisemita en el gobierno K. Nuestro país tendrá una historia en muchos aspectos funesta pero resulta un ejemplo en lo que asimilación cultural refiere. No hace falta sobreactuar como Rodríguez Larreta y salir con una brigada a tapar unas pintadas ofensivas hacia el pueblo judío obviando el sinfín de paredes que han recibido, aerosol mediante, mensajes discriminatorios tales como “negros de mierda” o “Boca puto”.
Está claro que las repúblicas occidentales son lo que son, en buena medida, por esa conquista innegociable que es la separación del Estado de la Iglesia. Si Dios quiere ser candidato antes de votarlo no olvide fijarse qué piensan y cuáles son los hombres de carne y hueso que ocupan el resto de la lista.

3 comentarios:

Habitarás mi ocaso dijo...

Supongo que comentar es este blog es cosa seria...

Puedo dejar solo besos o habra efecto Graña con la moderación...

Anónimo dijo...

Son muy interesantes algunas opiniones de Marcos Aguinis con respecto a todo esto. Interesantes y perversas, no? Mas o menos sería así: Sos un antisemita. Por qué? Porque criticas el accionar del pueblo judio. Por qué? Porque el Estado judio y judaismo es lo mismo. Conclusión: cuando se ataca a un funcionario del estado de Israel, se ataca al judaísmo en su totalidad. Es lisa y llanamente un argumento perverso. El otro día lo ví, tratando de no vomitar, en C5N. Si hay un Estado que maneja perversamente el Voto a Dios es Israel.
Un saludo Dante, Fernando…

Juglar dijo...

Che Fernando: entonces cual es tu argumento? Mira lo que Aguinis intento describir, con la agudeza intelectual que podes disfrutar en "La Gesta del Marrano" o "La cruz invertida" (que supongo que conoceras no?) es que muchos se han aprovechado de un conflicto opinable como la incursion de Israel en Gaza para sacar lo peor de sì: el antisemismo. Hay algo que hace caer tu argumentacion: la invasion a Gaza es opinable, podemos debatir causas, efectos y defectos, errores y consecuencias terribles, contraataques y manipulacion de la informacion. Lo que NO podemos debatir porque no es opinable es el antisemitismo furioso que nacio con ese conflicto. Por el resto, se escuchan argumentos mas que interesantes sobre la incursion en Gaza... sobre el antisemitismo no discuto, vomito directamente.